POLITICA

Por qué el Gobierno equivoca la estrategia al encarar el conflicto con el campo

Una lectura solo económica desvía el eje. Arremeter con extremistas aún más. Las razones de una medida que nadie preveía.

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Los dirigentes de la Mesa de Enlace: Jorge Chemes, Carlos Iannizzotto, Carlos Achetoni y Daniel Pelegrina. | NA

Una suba de tan solo tres puntos a las retenciones de la soja para grandes productores provocó un paro de la Mesa de Enlace. Una medida de fuerza extrema que nadie -ni el Gobierno ni los titulares de las entidades del agro- esperaba que sucediera. Sin embargo entre el lunes y el jueves de la próxima semana no se moverán ni semillas ni ganado. El Poder Ejecutivo reaccionó con argumentos económicos. Y ahí está el error. Encarar un conflicto así con el principal motor para traer dólares a la Argentina es desacertado. Dólares que el Gobierno necesita como un auto al combustible. 

La medida de fuerza no es -exclusivamente- por la rentabilidad. Puede serlo para los jugadores más importantes. Pero, ¿qué hay con el de abajo? La sensación del mediano y pequeño productor, a fin de cuentas quien sostiene un violento lockout en la ruta, es de raíz. Es ideológico, cultural y político. Eso es claro, ya que las nuevas subas impositivas no lo perjudican, es más, en la mayoría de los casos los beneficia la nueva distribución.

Entonces, ¿porque ir al conflicto? Para el ruralista que tiene 50, 100 o 150 hectáreas y es la cuarta y hasta quinta generación trabajando la misma parcela, la sensación es que la retención no la sube un Presidente que asumió hace menos de 90 días, sino un sistema político que constantemente aumenta impuestos para solventar el gasto público. Y detrás de la medida, consideran, no está la necesidad de dólares, sino el kirchnerismo y en última instancia Cristina Fernández de Kirchner. ¿Es así? Cuando uno analiza la situación que vive hoy la Argentina llega a la conclusión de que no.

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Alberto, enojado por el paro del campo: "Negociamos, pero ellos quieren ganar siempre"

Pero a las pocas horas de anunciado un paro inoportuno y a todas luces fuera de eje, un senador clave como Oscar Parrilli los tildó de “insaciables” que “se llenaron de plata y la mandaron afuera”. Luego, Juan Grabois lanzó más nafta al fuego: “Son parásitos que viven de la renta extraordinaria”. Grandísimo favor para Alberto Fernández que no logra mandar a callar a los extremistas que generan más problemas que soluciones. Porque gestionar no se trata de decir quien tiene razón, sino de llevar adelante políticas de Estado con el mayor consenso posible. O el menor costo político.

Las retenciones comenzaron con Eduardo Duhalde post 2001. Durante la presidencia de Néstor Kirchner, las entidades aceptaron las subas, ya que los commodities volaban y el negocio era impresionante. Pero con CFK se produjo un quiebre. La disputa fue ideológica. Se apeló a la historia. Se rememoró cómo la Sociedad Rural Argentina apoyó los golpes de Estado; el violento antiperonismo de los sectores más conservadores y otra vez la dicotomía campo - ciudad. Ante cada provocación de un lado, llegó una respuesta más dura del otro. El final es sabido. Voto no positivo de Julio Cobos y unas herida que nunca se cerró. Pasaron 12 años y la Argentina parece volver el tiempo atrás.

Cómo queda el nuevo esquema de retenciones

El mejor ejemplo para entender que el conflicto es ideológico/cultural y no económico es que la administración de Mauricio Macri también subió las retenciones. Y sin embargo ninguna entidad salió al cruce. A tal punto que el senador Alfredo de Angeli, la cara mas visible de la Resolución 125, defendió la medida al sostener que había que “ordenar las cuentas publicas, ya que el país esta quebrado”. Ahora cambió de opinión.

Para cerrar cuanto antes este conflicto que puede generarle a Alberto un altísimo costo político en el arranque de su gestión, el gobierno nacional debe entender ya mismo los motivos. La discusión no es solo económica. Va mucho más allá. El mandatario debe tener una estrategia distinta para desactivar la bomba. 

CP